martes, 19 de febrero de 2013

Las abejas y la miel de Lubrín buscan endulzar el mercado internacional

José Antonio López Sánchez forma parte de la tercera generación familiar que se dedica a la apicultura Este verano pondrá en marcha la primera máquina de fundir cera en Almería


Con 16 años de edad sacó el primer préstamo bancario -qué tiempos aquellos a los que es casi imposible darles crédito-, con la ayuda de su padre y compró las primeras 100 colmenas. A los 31 años que ahora cumple, José Antonio López Sánchez tiene pareja, Silvia, posee algo más de 2.000 colmenas, una nave en el Polígono Industrial de Lubrín y en breve, allá para el verano, pondrá en funcionamiento la primera máquina de fundir cera en Almería, que lo sepan los apicultores de la provincia, que se evitarán desplazamientos a lugares lejanos. 

Lo de las abejas le viene de familia a José Antonio; su padre y antes su abuelo, se dedicaba y dedica a la apicultura desde el año 1982, o sea, que José Antonio López vino al mundo con una colmena bajo el brazo, dulce ambiente hogareño y temprana agudeza del olfato para las buenas floraciones. "Hay que trasladar las colmenas", explica José Antonio, "de un lugar a otro en busca de floraciones. Tenemos diferentes tipos y clases de mieles totalmente puras porque, además, de una floración a otra se limpia a fondo toda la miel de las colmenas y esa misma noche las trasladamos a la zona de romero, por ejemplo, o de tomillo o de azahar. Si las colmenas se llevan a distintos tipos de floración es cuando se obtiene la llamada 'Mil flores'". Cuenta José Antonio que la vida laboral de un apicultor se pasa con un traje protector puesto todo el día de todos los días del año, especialmente en la época de primavera donde no hay descanso. 

A pesar de que pudiera parecer lo contrario, la profesión de apicultor también tiene sus sinsabores porque las colmenas tienen ataques externos "sobre todo cuando te roban colmenas. Así es fácil hacerse apicultor: vas al campo por la noche, le quitas las colmenas al vecino y sin más ya eres apicultor". José Antonio López Sánchez se lamenta de que este acto delictivo es frecuente y muy perjudicial para los apicultores. "Sí, es lamentable que haya gente sin escrúpulos que se aprovecha del trabajo de otros. Bastante tenemos con tratar cuatro o cinco veces al año a un parásito que se llama varroa y que puede destruir las colmenas si no se cuidan. A las abejas hay que mimarlas, cuidarlas, porque son ellas las que te dan tu forma de vida". José Antonio sabe perfectamente de lo que habla, lo sufre en sus propias carnes y le duele más que la picadura de una abeja, "la verdad es que a mí no me duelen los picotazos, creo que ya estoy inmunizado; además, según dicen, es muy bueno para los huesos, para las articulaciones, el reuma y todo eso. De hecho, nosotros fabricamos crema de veneno de abeja precisamente para eso y da resultado". Se cuenta, vaya usted a saber, que apicultores del Cáucaso vivían más de 100 años con envidiable salud. 

De exclusivamente recoger miel, José Antonio ha pasado a envasarla y ahora a comercializarla. "De los bidones se pasa la miel al madurador y de ahí a la envasadora. El proceso es natural y pasa todos los controles de sanidad. Los consumidores buscan calidad y no es fácil recolectar la miel pura". Así que entre las colmenas de su padre y las suyas, es el momento de lanzarse a buscar su propio mercado, incluido el internacional en el que ya tienen varios pasos dados en la buena dirección. Polen, miel con frutos secos, panal con miel, productos de cosmética, velas naturales de cera, forman, entre otros, el catálogo de productos que este joven emprendedor que precisamente por ello ha recibido varios premios, el Premio Instituto Andaluz de la Juventud al Joven Emprendedor y Premio Levante almeriense a la Innovación. Ahora le queda por ganar el premio de los consumidores a la calidad.
fuentes http://www.elalmeria.es

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