sábado, 9 de mayo de 2015

VISITAR EL PUEBLO QUE NACISTE

OPINIÓN.
Cuando vuelves a tu pueblo, creas Un reencuentro significa pasearse por el camino de los recuerdos; es ver qué ha pasado con nuestros cuerpos y nuestras almas desde que no nos vemos. El reencuentro crea expectativas: alegrías, tristezas, miedos, frustraciones. Cada uno imagina con qué se va a encontrar después de tantos años, y empieza a revisar cuáles eran las expectativas de sí mismo y de los demás: si se envejeció como se esperaba,  si se lograron las metas autoimpuestas, si la decisión de emigrar fue la más acertada.
Pero, ¿es igual el reencuentro del inmigrante cuando vuelve al país o pueblo que dejó?  Yo pienso que es diferente, porque además de volver a ver compañeros o amigos de otra época, regresa a lugares conocidos que ha pasado mucho tiempo sin ver, sitios que le traen todo tipo de recuerdos y añoranzas, y que muchas veces ha  visualizado en su mente, tal vez idealizado y que ahora encuentra viejo y deteriorado, o todo lo contrario, nuevo y cambiado.
Cuántas veces ocurre que  la ansiedad  de la expectativa de lo que pensamos que vamos a encontrar es mucho mayor  que sorpresa de lo que encontramos, y uno se pregunta si valió la pena tanta preocupación.
El reencuentro nos hace descubrir  diferencias: el mejor amigo que dejamos  y resulta que hemos tomado caminos  muy diferentes y realmente no tenemos mucho en común, eso que nos mantenía como amigos, y que nos  permitía soñar con reencontrarnos, se imaginan la frustración al ver que la conversación se hace difícil;  los lugares que conocíamos de pequeños y que recordamos como sitios muy especiales  y que al  revisitarlos, encontramos que ya no son lo mismo, no nos impresionan como nos los habíamos imaginado.
Lo que si podemos hacer es tratar de redescubrir lo que si nos gustaba de esos amigos y sitios, porque esos recuerdos y sentimientos están ahí, obviamente les tenemos que dar la perspectiva de la actualidad, aceptar que tenemos caminos o visiones diferentes pero que sí tenemos una base común que nos unió por mucho tiempo y eso es lo que hay que revivir, es el bagaje que  llevamos con nosotros dondequiera que estamos. Y, sobre todo, no entrar en la competencia de quién tuvo razón, el que se fue o el que se quedó, porque si no se es capaz de sobreponer esa competencia, lo que quedaba de esas relaciones termina por destruirse.
En  mis avatares por el mundo, observando  la vida de  los emigrantes incluyendo la mía que también lo fui y el camino que han tomado después de dar ese gran paso,  ( en mi caso muy acertado)me he percatado de un fenómeno que al principio no había notado, pero  que ahora  veo cada vez más la historia se repite, el mercado de trabajo unos crean su suerte y otros no, o están muy bien o malviven en países que no les ofrecen la mas mínima oportunidad de trabajar y realizase, no pueden cumplir con los gastos mas básicos a un existiendo te la necesidad imperiosa de traer el pan a la casa todos los días, los que se quedaron y no les fue bien “Lo único que viven para  lamentar son los riesgos que no tomaron”, y parece que al emigrar te permite hacerlo, te da la oportunidad de arriesgarte.
Los que supieron, crear su suerte, Al conversar con ellos se nota una sensación de logro, de éxito, hablan de sus nuevas ocupaciones como si fuesen un hijo o nieto recién nacido, como la culminación de un sueño que pensaron que nunca iban a realizar. No tienen pena ni vergüenza de empezar desde abajo, a pesar de haber estado en posiciones de poder y/o de confort y luchan por ese placer de hacer algo añorado. Viendo estos ejemplos me doy cuenta de lo positivo sin darnos cuenta que puede darnos  una situación forzada sobre nosotros como puede ser la inmigración  porque como ser humano estamos preocupados por lo negativo que son los cambios, sobre todo los que no esperamos
El mensaje que quiero transmitir  aquí es lo que decía aquel autor anónimo: “No lamentándote y soñando puedes tener chance de tener  una vida plena  aunque hayas dejado muchas cosas en el camino”.

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