Cuando vuelves a tu pueblo, creas
Un reencuentro significa pasearse por el camino de
los recuerdos; es ver qué ha pasado con nuestros cuerpos y nuestras almas desde
que no nos vemos. El reencuentro crea expectativas: alegrías,
tristezas, miedos, frustraciones. Cada uno imagina con qué se va a encontrar
después de tantos años, y empieza a revisar cuáles eran las expectativas
de sí mismo y de los demás: si se envejeció como se esperaba, si se
lograron las metas autoimpuestas, si la decisión de emigrar fue la más
acertada.
Pero, ¿es igual el reencuentro del inmigrante cuando vuelve al país o pueblo que dejó? Yo pienso que es
diferente, porque además de volver a ver compañeros o amigos de otra época, regresa
a lugares conocidos que ha pasado mucho tiempo sin ver, sitios que le traen
todo tipo de recuerdos y añoranzas, y que muchas veces ha visualizado en
su mente, tal vez idealizado y que ahora encuentra viejo y deteriorado, o todo
lo contrario, nuevo y cambiado.
Cuántas veces ocurre que la
ansiedad de la expectativa de lo que pensamos que vamos a encontrar es
mucho mayor que sorpresa de lo que encontramos, y uno se pregunta si
valió la pena tanta preocupación.
El reencuentro nos hace descubrir diferencias:
el mejor amigo que dejamos y resulta que hemos tomado caminos muy
diferentes y realmente no tenemos mucho en común, eso que nos mantenía como
amigos, y que nos permitía soñar con reencontrarnos, se imaginan la frustración
al ver que la conversación se hace difícil; los lugares que conocíamos de
pequeños y que recordamos como sitios muy especiales y que al
revisitarlos, encontramos que ya no son lo mismo, no nos impresionan como
nos los habíamos imaginado.
Lo que si podemos hacer es tratar
de redescubrir lo que si nos gustaba de esos amigos y sitios, porque esos
recuerdos y sentimientos están ahí, obviamente les tenemos que dar la
perspectiva de la actualidad, aceptar que tenemos caminos o visiones diferentes
pero que sí tenemos una base común que nos unió por mucho tiempo y eso es lo
que hay que revivir, es el bagaje que llevamos con nosotros dondequiera
que estamos. Y, sobre todo, no entrar en la competencia de quién tuvo razón, el
que se fue o el que se quedó, porque si no se es capaz de sobreponer esa
competencia, lo que quedaba de esas relaciones termina por destruirse.
En mis avatares por el mundo, observando la vida de
los emigrantes incluyendo la mía que también lo fui y el camino que han tomado después de dar ese gran paso, ( en mi caso muy acertado)me he percatado de
un fenómeno que al principio no había notado, pero que ahora veo
cada vez más la historia se repite, el mercado de trabajo unos crean su suerte
y otros no, o están muy bien o malviven en países que no les ofrecen la mas mínima
oportunidad de trabajar y realizase, no pueden cumplir con los gastos mas básicos
a un existiendo te la necesidad imperiosa de traer el pan a la casa todos los
días, los que se quedaron y no les fue bien “Lo único que viven para
lamentar son los riesgos que no tomaron”, y parece que al emigrar te permite
hacerlo, te da la oportunidad de arriesgarte.
Los que supieron, crear su suerte, Al conversar con ellos se
nota una sensación de logro, de éxito, hablan de sus nuevas ocupaciones como si
fuesen un hijo o nieto recién nacido, como la culminación de un sueño que
pensaron que nunca iban a realizar. No tienen pena ni vergüenza de empezar desde
abajo, a pesar de haber estado en posiciones de poder y/o de confort y luchan
por ese placer de hacer algo añorado. Viendo estos ejemplos me doy cuenta
de lo positivo sin darnos cuenta que puede darnos una situación forzada
sobre nosotros como
puede ser la inmigración porque como ser humano estamos preocupados por
lo negativo que son los cambios, sobre todo los que no esperamos
El mensaje que
quiero transmitir aquí es lo que decía aquel autor anónimo: “No
lamentándote y soñando puedes tener chance de tener una vida plena
aunque hayas dejado muchas cosas en el camino”.
fuentes
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